Edmundo Rivero: amor por el Puente Alsina

Edmundo Rivero marcó para siempre la historia del tango. Desde su Valentín Alsina natal triunfó en el mundo y llevó su voz única e inigualable hasta Japón, España y Estados Unidos, donde fue recibido como toda una estrella. El 8 de junio de 1911 nadie lo sabría pero todo cambiaría para siempre: en nuestra tierra nacía quien fue para muchos uno de los mejores, junto a Anibal Troilo y Roberto Goyeneche, entre otros íconos del arrabal.

Su historia con la ciudad se remonta a cuando apenas era un bebé, debido a que su papá, Don Máximo Aníbal, era trabajador ferroviario de la estación de Puente Alsina. A ese mítico sitio de la ciudad, Edmundo le entonó una canción, describiendo de forma muy profunda los sentimientos de cariño que tenía por su querida Alsina, donde pasó una parte muy importante de su infancia.

A los 8 años ya tuvo su primer acercamiento con el tango porque muchos integrantes de su familia eran músicos. Sus papás tocaban la guitarra al igual que sus tíos, pero uno de ellos, Alberto, un hombre muy bohemio y que formaba de un trío compuesto por violín, bandoneón y guitarra, le dio un rumbo a su vida como artista. Él fue la persona que le enseñó las primeras notas en la viola y despertó una pasión 

Ya con 18 años, Edmundo se hizo su fama y, tras salir del Conservatorio Nacional de Música, comenzó a frecuentar su música por bares y bodegones. Su nombre fue ganando lugar importante y siempre muy bien acompañado por figuras como Agustín Magaldi, Francisco Amor y Nelly Omar.

“Puente Alsina, que ayer fuera mi regazo, de un zarpazo la avenida te alcanzó”, expresó Rivero, de forma brillante, en la canción dedicada con mucho amor a su barrio natal, que se veía amenazado por las luces del progreso. Para Edmundo, Alsina fue el punto de partida a una carrera exitosa, que lo llevó a recorrer sitios que nunca imaginó y lo toparon con los lugares más importantes del planeta.