Lanús se convirtió a lo largo de los años en una cuna de verdaderos artistas. Haciendo un aporte fundamental y clave en el mundo del teatro, la televisión, el circo y la comedia, su exponente máximo es José Pepe Biondi, quien se crió en nuestra ciudad, donde pasó buena parte de su vida.
Si bien nació el 4 de septiembre de 1909 en el barrio porteño de Barracas, al poco tiempo él y su familia se mudaron a una casa humilde y prefabricada de Remedios de Escalada, perteneciente a las tierras del ferrocarril, donde actualmente se sitúa el cementerio municipal. La decisión fue tomada por su padre, quien había conseguido un nuevo trabajo en el tren. Allí comenzó la historia de amor de Pepe con Lanús. Le tocó disfrutar, pero también padecer.
En las calles del barrio vivió una infancia humilde y descubrió su pasión por el circo. Justo en un terreno lindero a su hogar se montó un espectáculo criollo de los hermanos Anselmi, quienes lo sumaron a su staff luego de verlo haciendo piruetas en la vereda.
En una época muy marginada, Pepe decidió irse a girar con ellos a cambio de comida y la enseñanza del oficio; lo que parecía ser un sueño, se terminó transformando en un suplicio de cinco largo años, de malos tratos y un infierno de acrobacias que lo llevaron a irse y volver a Remedios de Escalada.
Poco a poco Pepe fue creciendo en su carrera como actor. En el teatro Comedia conoció a la cantante de tangos Sita Mora, con quien se casó en 1934.
En México fue uno de los actores más populares. Lo iban a ver al teatro artistas de la talla de María Félix, Cantinflas o Jorge Negrete. Y en la TV tenía un programa en el horario central de las 21.30.
También fue popular en Cuba, por lo que el empresario, Goar Mestre, cuando compró Canal 13 de Argentina, le propuso regresar a Buenos Aires. La consecuencia fue el programa “Viendo a Biondi”, que superó los 66 puntos de rating.
Biondi jamás olvidó su etapa lanusense y la recordaba con cariño. Uno de los sitios que más frecuentaba era el Cementerio de Lanús, dado a que allí estaban las tumbas de sus padres.
“Quiero ser enterrado, no estar en un nicho. Que la tierra me consuma. Quiero solo una cruz de madera y ninguna ostentación en mi tumba”, era el enorme deseo que Pepe tenía y que le pidió a su familia antes de su muerte, el 4 de octubre de 1975. En una discreta tumba del cementerio municipal descansan sus restos para toda la eternidad.