La doctora Andrea Gamarnik es una de las científicas más notables de la historia argentina. Se destaca por sus investigaciones relacionadas con el VIH, la hepatitis B, el COVID y el virus del dengue.
Entre muchos otros reconocimientos, Andrea recibió en 2009 y 2015 el Premio L’Oreal UNESCO Por las Mujeres en la Ciencia; en 2013 le otorgaron el Diploma al Mérito de la Fundación Konex; en 2014 fue incorporada a la Academia Estadounidense de Microbiología; en 2021, la prestigiosa Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias la sumó entre sus miembros “por su trayectoria y destacada contribución al campo de la virología molecular”; y en 2022 fue declarada Investigadora de la Nación, la máxima distinción en el sistema científico argentino.
Nació en Lanús el 5 de octubre de 1964 y vivió en la avenida 9 de Julio 2646. Cursó la primaria en la Escuela Nº 18 Fray Mamerto Esquiú, y la secundaria en el Colegio Luis Piedrabuena.
Andrea hizo la primaria, la secundaria y la universidad en instituciones del Estado y siempre destaca la importancia del financiamiento de la educación pública. Gracias a la educación pública fue la primera egresada universitaria de su familia.
Cuenta que de niña se iba a dormir con el microscopio que le habían regalado sus padres. Lo tenía en la mesa de luz y a través de él investigaba todo lo que la atraía.
Parecía que su vocación estaba clara. De todas maneras al terminar la secundaria dudaba entre estudiar Biología o Bioquímica, pero un cartel en la farmacia de su barrio hizo que se decidiera: “El Colegio de Farmacéuticos ofrecía una beca para estudiar Farmacia y Bioquímica en la UBA. Me anoté y gané, así que me pagaron los viáticos y los libros durante toda la carrera”, contó Andrea.
Se recibió de bioquímica en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, donde también hizo su doctorado. Luego, realizó un posdoctorado en Virología en la Universidad de California en San Francisco (UCSF), Estados Unidos, país en el que residió nueve años.
Gracias a un programa de repatriación de científicos de la Fundación Instituto Leloir (FIL) volvió a la Argentina a fines de 2001 para establecer el laboratorio de Virología Molecular en la FIL.
Andrea pasó gran parte de su niñez y adolescencia en el Peretz de Lanús. “A veces cuando estoy trabajando con becarios y colegas, la forma que hacemos el trabajo, en que se piensa en colaborar, en resolver el problema de acá y no tener que importar los insumos, o los reactivos o las herramientas de afuera, tiene que ver con una forma de ser, de ver la vida y todo eso me lo dio el Peretz”, cuenta Andrea.
Le gusta el fútbol y es hincha de Lanús. Sobre su vida deportiva en el Peretz recuerda: “Fui desde los 4 años hasta los 18, después fui maestra un par de años. Fui a jugar al ping pong y estuve federada, después al handball y estuve federada, y también jugaba al fútbol que es mi gran pasión. Era muy buena jugando al fútbol por lo que me decían pero crecí y cada vez me daba más vergüenza jugar, así que me dediqué a ser científica. En el Peretz nos daban la oportunidad de hacer, pensar y hacer deportes a todos por igual, sin distinciones”.