Autonomía de Lanús

El 1º de enero de 1945 asumió como comisionado municipal del flamante partido de 4 de Junio Juan Ramón Piñeiro. El acto de asunción se realizó en el edificio donde hoy funciona el Honorable Concejo Deliberante de Lanús, en la avenida 9 de Julio 1647 y que fue el primer palacio municipal. 

En la foto que registra ese momento histórico puede verse al interventor de la provincia de Buenos Aires, Roberto Vanetta, al doctor Piñeiro, al presidente de la Nación, Edelmiro Farrell, al vicepresidente de la Nación, Juan Domingo Perón y a la señora Isabel F. de Piñeiro y a la señora de Vanetta.

El partido logró la autonomía de Avellaneda el 29 de septiembre de 1944, luego de largos años de empeño de muchos vecinos por alcanzar ese objetivo. Uno de sus impulsores fue Piñeiro, que era secretario administrativo de la Vicepresidencia de la Nación, que en ese momento ejercía Perón y a la vez tenía cercanía con Farrell, también vecino de Lanús.

El nombre de 4 de Junio le fue impuesto en conmemoración de la fecha en que Arturo Rawson asumió como presidente de la Nación, dando fin a la llamada Década Infame. El 9 de octubre de 1955 el gobierno dictatorial de entonces cambió el nombre del partido de 4 de Junio por el de Lanús.

Aquel caluroso viernes 29 de septiembre de 1944 Hugo Torello, Carlos Emérito González y Roberto Vidal, integrantes de la Unión Vecinal Autonomista (UVA), tuvieron la noticia de boca del ministro de Gobierno provincial, Manuel Agüero Fragueiro, durante una reunión en la Casa de Gobierno en La Plata.

Inmediatamente llamaron por teléfono a la sede de la UVA y al centro Comercial de Lanús. En la primera, ubicada en la actual 9 de Julio 1120, sonaron las primeras bombas de estruendo. En el edificio contiguo del Centro Comercial comenzó a sonar una sirena. En la iglesia de Villa Obrera comenzaron a repiquetear las campanas y pronto se sumaron las otras iglesias de Lanús. Los vecinos se acercaban con entusiasmo al lugar. Eran las 18. 15.

Cuando a las 19.50 llegaron a Lanús los tres emisarios la algarabía fue total. Por altavoces se anunció que allí mismo se haría un acto a las 21. Antes de la medianoche la multitud de vecinos caminó hasta la casa de Juan Piñeiro para agradecerle su trabajo en pos de la autonomía. Con un discurso de Piñeiro en la puerta de su casa, terminó aquel día inolvidable.